Ouija / La Humana Miseria

>> domingo, 18 de enero de 2009





Esto no es ni pretende ser una obra de terror. Tampoco lo contrario.


23 horas.


Bajo en busca de lo que tanto ansío: milanesas, papas fritas y un vaso grande de negro líquido imperialista (pa’no hacé publicidá, vió)


A media escalera escucho el maldito repiquetear. No, no son los pasos de un negro cuervo que ha ido a posarse en el busto de palas en mi cuarto (en mi cuarto quisiera tener otro tipo de busto a mi disposición, ahora mismo).


Es el maldito y odiado teléfono.


Atiendo, a sabiendas de mi inmediato arrepentimiento.


-Clínica de reconstrucción facial Cursed Wolf Limited, ¿en qué puedo ayudarle?


-¿Diego?


-Diego no está, señor. Soy Sahira Seren, la secretaria importada de Egipto.


-¿Sos vos?


-¡Que soy Sahira!


-¡Dejáte de joder, boludo, que estoy asustadísimo!-dice mi interlocutor.


-Bueh… ¿que pasa, chabón, dónde es el incendio?


-Tenés que venir a casa, man.


-¿Alguna rubia preciosa entre 20 y 30 años?


-En serio, tenés que venir.


Notando el temblor en la voz de mi amigo decido apelar a la seriedad.


-Mirá… todavía no comí nada, no me bañé, tengo cosas que terminar y me estoy quedando sin puchos. ¿Qué pasa que estás tan empecinado en que vaya?


-Es… complicado explicarte por teléfono.


-Es complicado ayudarte si no sé que pasa.


-J está asustada. Quiere que vengás VOS.


Maldigo mi moral y mis debilidades.


-Voy para allá.


Me preparo en menos de un minuto y salgo, mochila al hombro, a la calle, con rumbo a un aburrimiento desconocido.


Son unas treinta cuadras de trayecto bajo un cielo indeciso. Había una tormenta en camino, pero las gotas fueron escasas. El viento se quedó. El agua podría volver en cualquier momento.


Me ato el pelo para que no castigue más mi cara. Paro en un quiosco. Compro cigarrillos y una botella de medio litro de (JURÉ NO HACER PUBLICIDAD). Continúo en silencio (¿con quien iba a hablar?) por las callejuelas de la inmunda ciudad (¿les conté que los recolectores de residuos están de paro).


Deambulo en la oscuridad, seguro del rumbo a seguir, pero sin convicción alguna del motivo. No es la vieja curiosidad, génesis de mis tormentos, quien guía mis pasos. Eso está claro. ¿Entonces?


Arribo al domicilio en unos veinte minutos, refunfuñando y de mal humor. Toco el timbre. Oigo unos pasos. Alguien corre hacia la puerta. Me atienden desesperadamente.


-¡Al fin llegaste!


-Tranquilo. ¿Me vas a decir qué carajo pasa?


-Rápido, entrá. Te necesitamos.


Recorro el pasillo caminado mil veces con anterioridad, rumbo al living de la casa.


J está sentada en un sillón. Sola. La veo con la cabeza apoyada en las rodillas. No me muestra su rostro.


-¿Qué está pasando acá?


Mi voz la sobresalta. Ahora la veo. Está llorando. Mi sangre se congela de pronto. Murmura mi nombre y se pone de pie. Viene hacia mí. Me abraza. Nada puede estar bien.


-Vamos a la cocina, tenemos que hablar-me dice R, mi amigo, el que me arrastró acá.


Descubro que no estamos solos. Hay otras dos personas, desconocidas para mí. Nos presentan con celeridad.


Estoy confundido.


R y yo nos apartamos del resto.


-¿Me vas a explicar qué pasa de una buena vez?


-Mirá… creo que hicimos una cosa muy estúpida…


-Viniendo de vos, no me sorprende. ¿Qué le pasa a J?


-Dejá los comentarios hirientes. Tiene los nervios destrozados.


-¿Pero por qué?


Las invitadas.


-Ellas dos… bueno, las conocí hace un mes, nos hicimos amigos, vos entendés…


-Vos le llamás amigo a cualquiera-le reprocho.


-Bueno, la cosa es que hoy las invité acá. Como estaba por llover y nadie salía…


-Al grano, man.


-Les gusta la oui-ja, juego de la copa, tirar las cartas. Esas cosas.


No le respondo. Si lo hago, mi puño terminará corrigiéndole la cara a mi gusto.


-Hicimos lo de la copa, parecía… no sé, no creo mucho en eso…


-Sabés que J se asusta fácil. Lo sabés de memoria.


-Es que parecía un buen modo de matar el tiempo… vos entendés…


-No. No entiendo. Sabés que J se asusta fácil-remarqué.


-Pero… nunca lo habíamos hecho y…


-Sabés que J se asusta fácil-interrumpí, terminante.


-Es… es que…


-Dejá de tratar de justificarte. Decime qué pasó de una buena vez.


-Hicimos el juego. Todo iba bien, hasta que le preguntaron a la copa qué día iba a morir J…


Un cliché. Infaltable en este tipo de historias. Y conozco muchas.


-¿Por qué hiciste eso?


-No fui yo… fueron ellas… ellas preguntaban…


-¿Sos tan pelotudo que no te avivaste que eso funciona con alguien que guía la puta copa con el dedo?


-No… no era así… no la movieron ellas…


-No estoy de humor para historias de brujas, R.


-Es que… mirá, preguntaron y la copa respondió. Dio una fecha.


-¿Día de los muertos? ¿navidad? ¿año nuevo? ¿su cumpleaños?


-No. Nada de eso. Dijo veinte de enero de 2009.


-El lunes.


-Sí… pero eso no es todo…


La bestia reclama sangre. Su sangre. Cierro el puño. Mis nudillos quieren probar la resistencia de su esternón. Paciencia. Luego habrá tiempo para castigos y furias.


-J se asustó, se lo vi en la cara, pero no terminamos ahí-prosigue-ellas preguntaron más cosas… le preguntaron quien era…


-¿Shakespeare? ¿Hitler? ¿Satanás?


-No, tampoco… dijo que era el abuelo de J.


-El abuelo de J no está muerto, tarado. Yo conozco al viejo.


-El abuelo paterno…


Silencio. Esta vez él tiene algo de razón. Quizás logre salvar sus huesos, después de todo.


-¿Y qué pasó luego?


-Empezaron a hacer preguntas para ver si era cierto… cosas personales…


-Todo puede ser averiguado. Todo puede estar montado. Todo debe estar planeado por estas dos, chabón.


-No… preguntaron cosas que J sabía… que ellas no podrían haber sabido…


-Explicate.


-Le preguntaron como le decía cuando era chica.


-Eso se puede averiguar, no es tan difícil.


-¡Pero si la conocieron hoy!


-¿Y?


-Dejá de lado tus teorías sobre conspiraciones, Diego, esto es real, no un escenario político para debates impopulares.


-No seas…


-Le preguntaron otra cosa… algo raro… que por qué estaba ahí… acá…


-Entonces…


-Entonces dijo que para terminar lo que empezó, que ahora ya no tiene nada que perder. El infierno, no sé.Ahí fue cuando J estalló en un grito histérico y salió corriendo. Nos asustamos todos. Yo corrí atrás de ella. Pasó media hora llorando en el ropero, escondida. Hasta que habló y pidió que vinieras.


-Son unos inútiles. Sinceramente, creo que voy a matarlos a todos.


-Esperá loco. No entendemos lo que pasó. Pero dejamos la sesión sin cerrar. Hace una hora y media que estamos escuchando ruidos desde la biblioteca.


-Me importa tres carajos la biblioteca, la copa, los ruidos y el fantasma de Mussolini. ¿Sos estúpido? ¿no te das cuenta de lo que pasó, de lo que significa algo así?


-¡No entiendo nada!


-Y sí… vamos a hacerlo fácil: ese viejo era un mal tipo, J no guarda un buen recuerdo de él. Era un alcoholico y un violador, se pasó tres días violando a la abuela de J, su padre estaba ahí, en la casa, y tuvo que seguir su vida normal mientras todo pasaba. Tiene una larga lista de complejos y problemas mentales causados por esa y otras experiencias. Hace unos años fue al psicologo y le removieron mucha mierdas, recuerdos reprimidos y demás. No te das una idea del infierno que se desató.


-No entiendo…


-El padre de J entró en estado de ira. A veces le agarraban ataques violentos, rompía cosas, no se podía razonar con él. Una vez lo vi. Y ni yo pude contenerlo.


-¿No?


-No.


-¿Vos no pudiste?


-No. No pude. Traté, pero de un empujón me hizo volar cuatro metros. Me limité a sacarla de la casa y dejar que él se desquite con los muebles.


-¿La lastimó?


-A J no. A su madre, una vez. Así que escucháme con atención. Si puedo probar que estas dos minas planearon esto y vinieron a remover las desgracias ajenas para divertirse te juro que…


-Eso es imposible.


-Todo es posible.


-¿Me podés explicar de una vez?


-La puta que te parió, R. Lo que supuestamente dijo el espíritu… ese tipo violó a varias personas. Todos familiares. Y nunca lo denunciaron porque le tenían miedo. Pero les jodió la vida a todos. ¿Entendés? Decir algo como “voy a terminar lo que empecé” es lo mismo que decir “te voy a agarrar en plena madrugada, te voy a amordazar, te voy a atar a la cama y te voy a violar a mi antojo y nadie puede hacer nada para evitarlo, porque ya estoy muerto. Y por cierto, vos te vas a morir pasado mañana”.


-Pero…


-Pero nada. La jodiste bien esta vez.


-Yo no sabía…


-No importa.


Fui a la cocina y J me abrazó con una fuerza que nunca imaginé que pudiera tener.


-Dejaron la sesión abierta… se escuchan ruidos…-murmuró en mi oído.

Respiré profundo y decidí comportarme como lo haría si fuese la persona que ella cree que soy.


-No te preocupes, yo me encargo-le dije.


Fui a la biblioteca sin mirar a las dos amiguitas de R. Entré y vi el tablero y la copa en la mesa. Me senté, encendí un cigarrillo y contemplé una prueba más de la estupidez humana. Hasta que un ruido me sobresaltó.

Mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, así que no me fue difícil ver que ocurría.


La puerta de vidrio que da al jardín estaba siendo acosada por Arturo, el gato de R. Quizás los ruidos eran reales, a fin de cuentas.


Me incorporé, abrí la puerta y dejé entrar a la mascota. Luego me dirigí al juego y deposité todos los fragmentos del improvisado tablero en el cenicero. Lo incineré todo. La copa la estrellé contra una pared. Y eso fue todo.


Busqué a J, decidido a irme de una buena vez. Afuera llovía nuevamente, pero no me importó. Bajo el chaparrón nos dirigimos hacia una estación de servicio cercana. Compré una gaseosa y nos instalamos en una mesa.


-¿Qué creés?-me preguntó ella.


-Creo muchas cosas. Pero nada de esto es real.


-Yo…


-Ya sé lo que me vas a decir, pero no te preocupes. No puede hacerte daño ahora.


-Fui una de las pocas que no tocó nunca. Por falta de tiempo más que por otra cosa, creo.


-Ya no puede, eso es lo que importa.


-¿Y si estuviera acá?


-Tendría que vérselas conmigo antes de tocarte un pelo.


-¿Y si muero pasado mañana?


-No sucederá. Hay cientos de historias así. Aunque fuera real, aunque fuera un espíritu, no podría dañarte.


-¿Alguna vez jugaste?


-Sí.


-¿Pasó algo?


-Yo movía la puta copa para asustar a los demás. Porque era un crío y estaba aburrido. Nada de esto es serio, J.


-Las cosas que dijo… ¿Cómo podía saber el modo en que me llamaba cuando era chica?


-A la mayor parte de la gente que se llama como vos le llaman así en la infancia. Es sugestión.


Ella me miró, escéptica. A mi izquierda, por el ventanal, vi pasar a las dos amigas de R.


-Ya vengo, no te vayás-le dije a J y acto seguido salí a la calle.


Esperé unos segundos para estar seguro de que nadie me vería desde el local y las abordé.


-Ustedes dos.


Las sorprendí. Estaban riendo antes de mi irrupción.


-¿Sí?-preguntó una de ellas.


-Hicieron mucho daño esta noche con sus mentiras.


-¿Nosotras?


-Ustedes. Ese juego. La actitud. La falsedad. Todo.


-No es para tanto. El juego es muy real.


-Nada de lo que me contaron está vinculado a ningún fantasma.


-Bueno… no pudimos hacer contacto así que decidimos animar la cosa un poco. Pero el juego es real.


-¿Llaman a eso “animar la cosa”? ¿para ustedes fue una fiesta?


-Nos invitaron a divertirnos. Eso hicimos. Y la noche aún es joven.


-Mira-tomó la palabra la otra-nosotras nos ganamos la vida con esto. Tendrían que darnos las gracias por

haberlo hecho gratis, nene.


-¿Entonces de eso se trata, de estafar a la gente, pero como acá no se llevaron una moneda hay que tomarlo como un obsequio?


-Cuando lo decís de esa manera…


-¡Callate! No tienen idea de cuanta mierda removieron.


-Normalmente estas cosas no pasan. Al menos, no tan rápido.


-Jodete, puta-les doy la espalda y regreso con J.


Entro a la estación de servicio y pido los clasificados del diario. Vuelvo a la mesa.


-Llamá a R y pedile el número de teléfono de esas dos arpías-le dijo a J.


-¿Qué?


-Hacelo. Tengo una teoría.


Busco la página de servicios esotéricos. Segundos después llega a mi celular un sms de R con la información pedida. Comienzo a comparar los anuncios con el número que me dieron.


Bingo.


Se lo muestro a J.


-Estaban abriendo el camino. Sugestionándolos para terminar por sacarles plata. Como una línea de cocaína, la primera siempre es gratis. Los problemas vienen con las dependencias. Aunque creo que esta vez el asunto se les fue de las manos. Te dijeron generalidades. No sabían nada de vos, pero parecen conocer bien la conducta humana.


-Cuando las agarre…


-Dejá, ya tuve suficiente bronca por una noche.


Ella me sonríe. Por un segundo me siento un héroe.


-Gracias. Por todo.


-No hace falta, mujer. Nada más prometeme que la próxima vez que reclamés mi presencia va a ser para tomar una cerveza y no para que me toque hacer de John Constantine Latino.


Ella ríe.


Afuera ya no llueve. Es hora de volver a la madriguera y dejar un testimonio de lo ocurrido.


Fantasmas… ¿quién los necesita?

Publicar un comentario

  © Blogger template Webnolia by Ourblogtemplates.com 2009

Back to TOP