A LOS 16

>> sábado, 10 de noviembre de 2012

Es un hecho, damas y caballeros, niños y niñas, homos sapiens y mutantes: en Argentina, ahora, se puede votar a partir de los 16 años.

Que suene la pirotecnia.

Que suene, mientras La Cámpora invade los colegios con obvios fines proselitistas, algo que sus propios funcionarios prohíben mediante la sanción y ratificación de leyes y decretos.

Este video contiene imágenes de una experiencia camporista en Tandil.



El decreto 2299/11 dice en el artículo 193: 



Prohíbese la colocación de símbolos religiosos o de partidos políticos, en el ámbito de los edificios escolares, excepción hecha de las escuelas de gestión privada confesionales con relación a los símbolos religioso.

Firma Daniel Scioli. ¿Este no era Kirchnerista?

Esta es la reglamentación vigente para la provincia de Buenos Aires. ¿En qué quedamos?

Al parecer quedamos en bombardear la cabeza de los niños y luego darles acceso a las urnas. Mientras poco a poco el famoso, bendito 54% disminuye día a día.

A los 18 no se puede beber en un bar, pero se puede ir a la guerra. A los 16 no se puede salir del país sin autorización paterna, pero se puede votar. Otra de las contradictorias inmundicias del sistema.

¿En verdad se tiene claridad de ideas a los 16 años? Una bomba sólo está hecha para estallar. Una bomba hormonal, lo que es todo adolescente, no tiene otro destino.

¿Alguien va a negar que el sexo se ha utilizado siempre en la militancia? Se usa como herramienta para ganar adeptos, de los “no sabe, no contesta” y de las huestes enemigas. No hay nada nuevo bajo las estrellas.

Mis años adolescentes no están tan lejos como para haber olvidado los días del fanatismo. Defendía ciertas bandas de heavy metal como los fieles defienden el buen nombre de Mahoma. Eso es lo que veo en los jóvenes. Defienden el modelo K, los ya adheridos, como quien ha encontrado su mesías tras una temporada de pie ante las puertas del infierno. Siempre y cuando no interfiera con sus posibilidades de un encame, por supuesto.

¿Lo mismo se aplica al resto? Sí. Pero de ellos he hablado con anterioridad. La llamada derecha (un sector conservador que no logra ponerse de acuerdo). El mecanismo es el mismo con los seguidores de otros, como Pitrola y Altamira, que tienden a llamarse izquierda.

Porque es una simple etapa de la vida.

Y el problema, y por lo que no se nombra a la derecha ni a la izquierda, es que todo lo anterior proviene de un único espacio: los K. Ellos lo impulsaron y lo hicieron para su estricto beneficio. Sea Cristina, sea algún otro, pretenden llegar a los 16 años de gobierno.

Desde los 16, para los 16. Lástima que nunca me interesó la numerología.

Está hecho. ¿Ahora? Ahora deberíamos preguntarnos cuál será la estrategia K para llegar a los 20. Si es que llegan.

La humanidad tiene una infancia larga, un beneficio para todo esto que ves a tu alrededor. Sí, la computadora que usas, las paredes, las ventanas, el escritorio, la taza de café. La civilización y todos sus productos.

En un sentido evolutivo, permanecer más tiempo en la infancia da más tiempo de aprendizaje. A mayor edad, mayor dificultad para aprender las cosas. No se le enseñan nuevos trucos a un perro viejo, por eso nos mantenemos como cachorros más tiempo para tener un mejor arsenal de trucos.

Parece que algunos creen que el tiempo de aprender es el mismo que el de decidir. ¿Han entendido cómo funciona la economía o sólo repiten lo que sus cabecillas dicen? ¿Saben quién fue James Joyce y cuánto ayudó su Ulisses a la liberación femenina o se quedan con Coelho? ¿Pueden hacer un razonamiento propio o se limitan al cassette militante?

Sí, eso pensé.

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Recta final

>> viernes, 9 de noviembre de 2012


Caminamos el tramo final de este blog. En poco tiempo se quitará parte del contenido y cesarán las actualizaciones. Cumplidos los cinco años, el sitio permanecerá sólo para redireccionar a un nuevo espacio, actualmente en construcción. 

Son muchos los motivos que llevan a la clausura del blog. El principal, para quien quiera saberlo, es que creo (C-R-E-O) que ya cumplió su ciclo. 

Es hora de disparar las cosas en otra dirección. Empecé a escribir Una Maldición para un público que consistía en apenas unos cuantos conocidos. Luego creció, no demasiado, verdad, pero puedo considerar que tengo un grupo de lectores. 

Las cosas ya no son de mi agrado. Ahora busco nuevos horizontes y, muy a mi pesar, este espacio ya no es el adecuado. El hecho de adoptar un pseudónimo tampoco ayuda. Quiero empezar de nuevo.

En el sitio que pronto he de inaugurar ya no quedarán trazos de lo anterior. Sólo se volverán a subir artículos, cuentos y algunos de mis libros. Sí, algunos. Otros permanecerán en descarga directa durante un breve período y luego serán quitados. Dudo que algún día vuelva a permitir puedan descargarse/publicarse. Nada más... no quiero verlos de nuevo.

Soy el mismo, pero también soy otro. Ya no quiero dejar de adorno anécdotas de mi vida, historias, indirectas, puteadas encubiertas. En otras palabras, quiero tener una actitud más profesional, si cabe la expresión. 

Por todo lo anterior, la maldición debe ser rota. Pero todavía no. Hay mucho trabajo por hacer.

Terán.

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