Insomnia

>> viernes, 23 de enero de 2009





En los nuevos mitos -o reformulación de los viejos, como quieran- he descubierto algo, hasta la fecha, por completo desconocido.

En el centro de todas las realidades se encuentra La Vigilia. Sabemos que La Ciudad Investida En Luces, conocida también como Edén, y Pandemonium, el infierno, exceden el plano de este mundo material. Los nacidos humanos, en general, no pueden visitar estos lugares sino tras su muerte y tienden a ir a uno de estos dos sitios al final de sus vidas, guiados más por un balance de cuanto hicieron a lo largo de sus días que por alguna voluntad externa.

Hay otros planos, mucho más pequeños, que no son sino sombras de lo que fueron las Instancias Finales de antiguas culturas. Valhalla, Hades, Cthulhu, Juncos, Annwn, Mictlan.

Más allá de todos estos planos se encuentra Oniria, la tierra prometida de los soñadores, donde habitan las criaturas de los relatos; los hombres que hicieron historia, y los que las escribieron.

Si vas más lejos -si alguien pudiera ir- encontrarás la Esfera Incandescente, donde todo todo comenzó, donde el universo fue ideado, al principio. Porque al comienzo estaba el verbo.

Acá es donde las cosas cambian. Porque si desde la esfera caminás hacia atrás hasta Oniria y de ahí a la vigilia, pasando por todos los planos antes nombrados hasta llegar a Edén, encontrarás una pared que Yaveh no ve; el único lugar al que da la espalda. Ahí hay una puerta. Quien la cruce llegará a Insomnia.

Insomnia es la refracción de Oniria; es la realidad elevada al cubo. No existe forma de romper la ley de gravedad, ni siquiera los pájaros pueden. El agua es agua. No hay vapores ni hielos. Las transformaciones son inconcebibles.

Todo es desde el principio como siempre fue. Y jamás será otra cosa. Presente contínuo. Inmutable, incólume en su fiera necedad.

Es sin duda alguna el Infierno que Dante olvidó soñar. Es tu infierno y el mío. Es el infierno de los narradores. Porque toda historia se trata del cambio. Porque toda historia es sobre alguien que quiere algo, y en Insomnia los anhelos se esfuman.

Sus moradores cuentan una y otra y otra vez la misma oveja saltando sobre la misma cerca, de un modo mecánico y monstruoso. Lo monotonía es tan fuerte que ya olvidaron para qué lo hacían. Y esta es la mayor de las condenas: querían dormir, pero han perdido incluso el sueño de su paraíso. Ya no son nada.

Hace unas noches vengo teniendo visiones de ese lugar. Es frío sin congelar y cálido sin asfixiar. Es gris y aburrido. No hay nada que hacer. Imaginatelo, toda la eternidad sin hacer absolutamente nada más que intentar dormir.

Este es el infierno: dar vueltas en una cama destendida esperando algo que jamás llegará.

No puedo imaginar un tormento mayor.

[Esto era un fragmento, pero ya no recuerdo de qué]

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