Convergencias

>> lunes, 6 de septiembre de 2010

Decía José Pablo Feinmann, en su ensayo La Sangre Derramada, que uno de los grandes problemas contemporáneos en la lucha de los oprimidos es el desconocimiento de aquellos que transitan las mismas epopeyas en frentes distintos.

El piquetero que corta la ruta para defender su empleo sin auxiliar al docente en paro que defiende su sueldo. El docente en paro que no apoya al estudiante que toma un colegio en reclamo de mejoras edilicias. El estudiante que no defiende al piquetero. Un círculo vicioso donde distintas guerrillas combaten las nefastas actitudes de la hegemonía sin unificar fuerzas; sin comprender que su adversario es uno, como uno es el problema.

En el panorama actual el Hombre En Serie, ese, el que José Ingenieros llamara mediocre, se desentiende del Todo. No es de su incumbencia el destino de piqueteros, docentes ni estudiantes. Ni de inmigrantes, ni de villeros, ni de nadie que no sea él mismo. Es un indiferente. Le da igual todo lo que no le afecte de modo directo. Un producto de la globalización que tanto aterrara a Feinmann en su libro antes mencionado.

Pero por otros lares suenan los tiros. El filósofo publicó su obra en 1998. Un año antes de La Batalla de Seattle. Un año antes que los norteamericanos ganaran las calles para protestar contra la Organización Mundial de Comercio, un año antes de la eclosión del Movimiento Antiglobalización. A raíz del llamado de sindicatos, ecologistas, docentes, periodistas, feministas, anarquistas y algunos individuos sin mayor ostento de ideas que la pura consciencia y solidaridad, el pueblo (y esto no es retórica populista) pisó el pavimento y dejó oír su voz.

No se triunfó, pero se sentó un precedente. Desde 1999 hasta la fecha las convocatorias han aumentado progresivamente. Los activistas de distintos sectores comienzan a comprender que el problema de uno es de todos; que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, por usar un cliché.

Hoy Europa sufre las consecuencias de la globalización: la crisis económica. Y, como ayer, se busca un chivo expiatorio; y, como ayer, el responsable a juicio de los necios es el extranjero, el inmigrante, el gitano. El único que en el siglo XXI puede ser considerado El Otro, ahora que, al menos en teoría, hemos superado la imbecilidad del juicio de valor ligado a la raza, la clase y la sexualidad.

Y hoy Francia remite a 1944. La Francia Libre y la Francia de Vichy; los que pretendían aplastar a la sanguijuela nazi y los colaboracionistas. Nicolas Sarkozy se queja de los extranjeros y su pueblo se queja de él.

El fin de semana pasado hubo manifestaciones en más de 130 ciudades en defensa del oprimido. Y, como ocurrió en Seattle, se reunieron activistas de espacios distintos: gente de derecha, gente de izquierda, militantes por los derechos civiles, militantes por los derechos de los inmigrantes, socialistas, anarquistas, Amnistía Internacional, incluso cantantes, como Jane Birkin.

¿Por qué? Memoria, quizás. Tal vez el hombre comienza a comprender las palabras de Niemöller, atribuidas a Bretch: “Primero vinieron por los comunistas, y yo no hablé, porque yo no era comunista”. Hoy vienen primero por los inmigrantes. Y los nativos gritan, porque luego vendrán por ellos. O no.

Gritan por solidaridad. Gritan por el gobierno, responsable de la crisis, que pretende culpar al inocente por sus propios errores. Gritan porque vimos esto hace setenta años. Gritan para consolidar una sociedad inclusiva. Gritan.

Y acá el obvio, y necesario, paralelismo es la referencia al Matrimonio Igualitario sancionado en julio en Argentina.

Fue militado por homosexuales, sí, pero también por personas de izquierda, por activistas de toda bandera y, especialmente, por ateos. Porque en la vereda opuesta se encontraba la ignominiosa cúpula de la Iglesia Católica. ¿Cuando el ateo será sujeto de hecho para la ley, que no contempla su existencia en ningún documento y por ende no lo protege del mismo modo que sí protege a los practicantes de todos los cultos? Nunca, si no se limita la esfera de influencia de la institución católica, histórica arpía metida en cuestiones de Estado, soez manipuladora conservadora, que pretende limitar los contornos de la sociedad, entidad dinámica si las hay.

La suma del ateo a la causa del homosexual es necesaria. Es la misma situación vista en Francia el fin de semana. Y en Grecia durante los disturbios de mediados de año. Y en Génova en 2003. Y en Seattle en 1999.

Similar al Matrimonio Igualitario es la nueva ley que regula los medios de comunicación. No es necesario repetir lo antes dicho, pero sí hay una nota obligada de por medio: el enemigo tergiversa los hechos. Miente, inventa motivaciones irreales.

La vieja ley dictatorial fue una herramienta imprescindible para el control de Argentina por parte de Videla y sus correligionarios de la Secta de la Tortura. Hoy cae. Y no es un asunto menor, no atañe sólo a los obreros de los medios de comunicación. Quien se suma a su lucha no lo hace necesariamente por oficialismo, como afirman algunos. Se hace por consciencia.

Pluralizar las manos que manejan los medios (desde donde se construye el consenso; desde donde se vende ficción como realidad y hechos como fábulas) es imprescindible para ampliar las voces que se alzan. Todos los diarios, radios y estaciones de televisión son funcionales a quienes los sustentan económicamente, pero si ya no es un único lobby quien maneja la totalidad del negocio, si las distintas facciones pueden prepararse en condiciones de igualdad para el combate, nuevos puntos de vista, antes excluidos, pueden ingresar en la hegemonía y transformarla, al menos en parte. Porque lo que entendemos como realidad desde la concepción metafísica está dado por el consenso. Desde el concepto estético que hace de un par de tetas un BUEN par de tetas hasta la xenofobia.

Así las fuerzas afines comienzan a converger. Así se unifican los frentes. Así comienza a menguar el desconocimiento del otro.

Así el señor Feinmann puede estar más tranquilo. Quizás el panorama global en el futuro inmediato no sea tan oscuro como los agoreros vaticinan. No hay nada obligatorio en la historia, ya se ha dicho, pero sí existen agendas para determinados intereses. Intereses que tienden a explotar a los muchos para beneficio de unos pocos.

Hoy los muchos comenzamos a caminar juntos. Nos aguardan años interesantes.

2 Huellas:

Agustín,  10 de septiembre de 2010, 1:35  

Saludos, lo mas probable es que ni me conozcas, pero hace un tiempo que quería decirte algunas cosas.
Hace algunos pocos años estuve leyendo tus opiniones en el foro del Regnum, luego empecé a seguir tu blog, viendo tus opiniones y la forma en que las expresabas y la verdad es que cambiaste drásticamente mi forma de pensar.
Aunque antes tenia una ideología mas liberal en comparación con los demás chicos de mi colegio, era bastante ignorante en muchos aspectos, consideraba que la anarquía era algo bueno pero irreal, un sueño que no merecía el esfuerzo de ser alcanzado, pero a medida que leía cada entrada en tu blog, las cosas empezaron a cambiar.
Me enseñaste que no solo con la violencia se puede combatir al racismo, sino también con las palabras, me mostraste que la anarquía no es un punto de vista, es un ideal y me demostraste que no somos libres, no por completo al menos.
Probablemente esto te parezca un poco pelotudo, pero… gracias, gracias por mostrarme a el mundo como pocos lo ven.
Fuerza y seguí luchando que un pendejo don-nadie te respalda

Diego Terán 10 de septiembre de 2010, 2:47  

De nada, compañero :)

Y no te preocupés, que el grito en alto estará mientras me quede aliento.

Ahí nos vemos.

D.

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