Mundial (II)

>> miércoles, 23 de junio de 2010

Nosotros no.

Una tropa de enfermos patean una pelota, simulan una guerra, mientras ustedes, millones de ustedes, cientos de millones de ustedes los contemplan. Ustedes, los alienados, los que se ahogan en un vaso de agua.

Todas las miradas están puestas ahí, en el continente negro. Pareciera que el destino de la humanidad depende de la puta trayectoria de una puta pelota. ¿Y si entra en el arco qué? Nada cambiará.

Ah, sí. Ustedes podrán gritar, podrán vitorear a sus héroes golpeadores de inocentes esferas. Sí, por un momento podrán sentirse partícipes de esa emoción una y mil veces negada al hombre-masa: la gloria.

La gloria con la que no morirán, por mucho que lo jurasen en la escuela primaria, porque han vendido su alma al peor postor, al Dios Capital, a la negra bestia de los mares que devora carne y defeca ambición, que bebe sangre y orina egoísmo.

Mientras los nativos de la otrora tierra misteriosa se mueren de hambre ahí, en el último bastión donde refugiaron sus fantasías aquellos que aún sueñan, o soñaron alguna vez, vírgenes tierras que violar, ustedes los invaden para copar los estadios en un festejo de cual se excluye al anfitrión.

Un refinado apartheid, una frenética cópula metafísica entre el fantasma del Fhürer y La Industria, esa tierna parejita gay que celebra su unión en Cristo con gulags occidentales tamaño continente.

Ustedes ayudan a quienes quieren separar el mundo aún más. “Mundial” le llaman. Tan mundial como la Gran Guerra. Las banderas dividen, lo saben, y corren a comprarlas, a odiar al otro, a identificarse con el trapo albiceleste en una orgía de prejuicios nacidos de una contienda simbólica pero verídica.

Contienda que potencia las arcas de los mismos de siempre, como ha ocurrido desde que la tierra es mundo y el hombre camina sobre su superficie.

Tanto patrioterismo barato produce náuseas. Y ahí van, fieles legionarios de la inconsciencia, tras el líder, tras el goleador, tras la ignominia que tiene por barco insignia este sistema. Todos somos técnicos, todos sabemos todo. Todos ustedes.

Ustedes, los que suscriben a la división del planeta en naciones y de la especie en raza; ustedes, los que alimentan las pocas diferencias en vez de subrayar las enormes semejanzas; ustedes, los que detienen al caminante en su marcha hacia la utopía. Ustedes.

Nosotros no.

¡ODIO TODO ESTO!

NOTA: No se lo tomen tan en serio, es un trabajo para la facultad, bajo consigna.

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