Resistir

>> sábado, 9 de enero de 2010

De nada le valió
haber construido elevadas torres en el cielo
ni se salvó
a pesar de todas sus máquinas
siendo arrojado de cabeza
con su trabajadora horda
para que construya el infierno

Milton.

Y sí. La trabajadora horda no sólo construyó el infierno, sino que lo mantiene en funcionamiento. Impecable, el sistema tiene relucientes las armas de sus mil legiones de sicarios, de sus trabas legales, de sus notas al pie, de su explotación. En la más alta torre de Pandemonium el capital está a salvo.

Gracias a los valientes y comprometidos camaradas de A-infos llegó a mis manos un comunicado de la FORA/AIT firmado por Horacio Seo. No pude menos que leerlo con indignación. Indignación, lo último que debiera sentir un periodista y lo primero que debiera sentir un anarquista ante los hechos narrados. Indignación, porque ya no me sorprende nada. Indignación, porque soy un escritor libertario, no un comunicador imparcial.

Indignación, porque la mafia policial en Mendoza, Argentina, continúa mostrando, sin pudor alguno, su impunidad.

Quedó lejos el verano del '97. Ya nadie recuerda a Cabezas. La amnesia, tan crónica como selectiva, que sufre este país todo lo cubre. Aún cuando conocemos las noticias sobre la iniquidad, corrupción e ineptitud policial, no sólo permitimos su existencia, sino que le permitimos regir las calles a su antojo.

Ricardo Ferreyra es presentado por los medios de comunicación oficiales como un mero ex convicto. Apenas se habla del caso. Pero lo cierto es que este hombre es uno de los pocos que han osado enfrentar al poder de la mafiocracia que reina esta maldita tierra.

Cuando estuvo preso en la Penitenciaria Provincial de Mendoza no guardó silencio ante los constantes atropellos del sistema. Las leyes, las "sagradas leyes" que tanto defiende el sistema, no eran respetadas. La mínima dignidad humana que POR LEY debe existir en las cárceles así como el "proceso de reinserción social" no son más que bromas de pésimo gusto. En las jaulas guardamos lo que no queremos ver, los monstruos que creamos en el sinuoso sendero a la mafiotopía, los olvidados, los cachorros que dejamos atrás y en la calle aprendieron a ser perros para sobrevivir.

Por pelear por un mínimo de Justicia (con mayúsculas, la real, no la de los abogados y sus objeciones basadas en "lo que está escrito") intentaron matarlo en 2004. Los guardias penitenciarios lo trasladaron a un pabellón donde había un grupo armado que lo esperaba. Resultado: Ferreyra herido, un motín a modo de protesta y un piquete en la puerta del edificio.

En 2008 muchos reos se negaron a participar de un motín organizado por los guardias con el fin de presionar al interventor federal de la cárcel. Resultado: se los trasladó a un pabellón clausurado donde fueron golpeados y castigados a diario.

Ferreyra, elegido delegado por sus compañeros, encabezó la lucha. Con ayuda del exterior lograron una reivindicación por mejoras mínimas. El estado debió admitir que ellos mismos no cumplían con sus propias leyes.

Cuando este hombre recuperó su libertad, pocos días después de haberse reunido con su familia, la policía lo retiró de su domicilio por orden del fiscal Giunta. Lo llevaron junto con un "informante" a ver un descampado. Debía declarar haber visto a un tal "Pañalin" asesinar a Marcos Cardozo, un menor, y arrojarlo a un zanjón.

En la comisaría lo espera el fiscal. Le explica que no importa que no viera nada, que tenía que firmar la declaración que le habían preparado. Y le recuerda que si se niega le pueden armar siete causas distintas para llevarlo a la cárcel una vez más. Por otro lado, si firma, le pueden dar algo de dinero y algún plan social.

Giunta llama por teléfono a Ciurca, el ministro de seguridad. Con esa llamada a Ferreyra le queda claro que para el sistema es normal fabricar pruebas y testigos, que nadie lo ayudará en el sistema judicial.

A fuerza de mayor presión, Ferreyra firma la declaración. Le muestran fotos de "Pañalin", para que le conozca la cara. Lo envían a su domicilio. En el camino los policías le comentan los planes que tienen para él, como por ejemplo la participación en un asalto y la extosión a un tal "gordo Milton", en teoría un empresario que se negó a entregarles dinero a cambio de no ser involucrado en alguna causa. Los policías querían que Ferreyra se encontrara con este sujeto y le plantara un kilo de marihuana.

Queda muy claro lo que ocurre. Un hombre no puede reinsertarse jamás en la sociedad tras un paso por prisión. No sólo porque nadie le da trabajo, sino porque la misma policía lo acosa y lo utiliza en sus planes delictivos.

Ferreyra tenía un futuro terrible delante. Negarse a todo e ir preso o continuar hundiéndose cada vez más y más en los sótanos de la corrupción. Sólo podía confiar en un hombre: su abogado, Carlos Varela.

A modo de salvavidas, Ferreyra y Varela filmaron un video donde el primero narraba su experiencia, mostraba pruebas que avalaban sus palabras, incluida la declaración que tuvo que firmar, y mostraba un diario del día, para constatar la veracidad de la fecha. Presentaron la denuncia. La Justicia Federal se declarón incompetente. Tuvo que hacerse cargo la fiscalía de delitos complejos de Mendoza. Ferreyra temía por su vida y la de sus familiares. En ese momento el caso llegó a primera plana en los medios de comunicación. Tal vez esto salvó su vida. Lo cierto es que esa exposición impidió que el asunto durmiera en alguna carpeta guardada en el fondo de un cajón.

Según el comunicado oficial de la FORA/AIT:

Se sumaron abogados a la querella, se sumarió a los policías, se declaró incompetente al fiscal Giunta en la causa que pesa sobre Ricardo y se abocó de lleno al caso la Inspección General de Seguridad. La mutual de los policías amenazó con hacer un paro si se separa de la fuerza a los policías involucrados y el ministro de seguridad y el fiscal titubearon con excusas débiles e inverosímiles intentando desligarse del caso.

Así como se quería meter a la cárcel con pruebas fraguadas al *Pañalín* por la muerte de Marcos Cardozo, el mismo fiscal perdió, los últimos días, la posibilidad de condenar al acusado de matar al policía Cedrón por problemas con los testigos encubiertos que había presentado, por lo que el acusado quedó absuelto.

¿Era una vendetta del sistema el querer inculpar al tal "Pañalin"?

Imposible saberlo ahora. Pero algunas cosas quedan absolutamente claras.

Hecho 1: Los convictos no pueden regresar a la sociedad ya que el mismo sistema los utiliza, una vez libres, para cometer sus delitos.

Hecho 2: Las pruebas son cuasi-irrelevantes en el sistema judicial. Cualquiera puede ser procesado sea culpable o inocente.

Hecho 3: Sólo la mirada de la sociedad parece tener algún efecto sobre estas mafias que rigen nuestro mundo.

Hecho 4: Este es un hecho aislado por un único motivo. Y ese motivo es que pocos tienen la voluntad, y buena fortuna, que hasta el momento ha tenido Ricardo Ferreyra.

Ahora la gente pide "mano dura" contra los "delincuentes" porque hay "inseguridad". Sí. Hay inseguridad. Pero no a causa de los "criminales", sino a causa de nuestras "fuerzas de seguridad". A causa de la justicia (con minúscula, porque es la de los abogados). A causa de las ficciones que muestran los medios.

Y, sobre todo, a causa de la mentalidad pequeño burguesa de la mayor parte de la sociedad. Toda comunidad es emergente, lo cual quiere decir que el mundo no va a ser ni más ni menos inseguro se tenga 10000000000 de policías o no se tenga ninguno, porque el policía es un miembro más de la especie humana. Sin caer en la masturbación intelectual digo que es absurdo pensar que otro hombre pueda hacer el mundo más seguro para los demás. El conocimiento acumulado de la humanidad puede cambiar los tiempos de reacción (ralentizar la muerte, que es todo lo que hacen los medicamentos, por ejemplo) pero no hacer del mundo un sitio más o menos peligroso.

Hemos vivido con estas falacias demasiado tiempo. La historia reciente comprueba que es posible vivir sin policía. ¿Por qué creemos aún que los necesitamos?

Quizás porque la sociedad se niega a ver las mafias que denunciamos. ¿Les jode que lo diga? Me alegra. Porque es su culpa. Suya y nada más que suya. Como dijo el gran Albert Camus: ellos mandan hoy porque vos obedecés.

La famosa "inseguridad" seguirá presente mientras se permita existir a la policía.

¡Odio todo esto!

2 Huellas:

Sociedad de Resistencia Mendoza 3 de junio de 2012, 3:59  

Compañero! Gracias por el esfuerzo en acompañar la difusión. Podrás ver en nuestro blog que la lucha sigue, se avanzó y retrocedió, seguimos difundiéndola y agitándola. Un abrazo y fuerza!

Diego Terán 3 de junio de 2012, 14:57  

De nada, en lo que pueda aportar, acá estoy.

Abrazo.

D.

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