Liga Patriotica Argentina

>> viernes, 22 de enero de 2010

Liga Patriotica Argentina


La galería de verguenzas históricas argentinas es, cuando menos, extensa. Si se puede poner un punto de inicio de modo imparcial, creo que sería justo hablar de la conducta de Urquiza en la batalla de Pavón. O, tal vez, del ignominioso accionar de Roca en la “conquista” del desierto.

No obstante el objeto de este artículo es mucho más siniestro porque, a diferencia de lo que ocurre con una batalla regalada o un genocidio, está vigente en pleno 2010.

Desde el siglo XIX han existido grupos armados de derecha al servicio de la oligarquía, cuya existencia han sido toleradas, cuando no animada, por los gobiernos.

En USA, el Klu Klux Klan, organizado por oficiales del ejército sur de Estados Unidos, contra los afroamericanos y los liberales; en España los Somatenes; en Francia, los Camelots, cuerpo armado de la monárquica y antisemita Action Francaise; la Guardia Blanca, al servicio del Zar contra la revolución de octubre.

En Argentina, la Liga Patriotica.

El 18 de abril de 1919 se funda esta organización. El presidente vitalicio fue Manuel Carlés. Entre sus destacados miembros se encuentran “notables” hombres como Miguel Martínez de Hoz, monseñor de Andrea, Joaquín de Anchorena, Jorge Mitre (director de diario La Nación), Ezequiel Paz (director de La Prensa), José Cortejarana (director de La Razón), Federico Leloir, Estanislao Zeballos, Antonio Lanusse y unos cuantos “ilustres” más.

Entre sus estatutos se señalaba:

B): Intensificar la educación nacionalista en los establecimientos oficiales, sean cuales fueren su carácter y su grado.

N) Adoptar las medidas necesarias para que los elementos de la Liga puedan agruparse en organizaciones vecinales que cooperen a la acción represiva de todo movimiento de carácter anarquista.

Carlés nació en Rosario en 1870. En Buenos Aires se doctoró en jurisprudencia, dio clases de Filosofía y Literatura en el Colegio Nacioal, en 1898 fue convencional constituyente para la reforma de la carta de magna y, en el mismo año, fue Diputado Nacional por la provincia de Santa Fé.

En 1916 el mundo comienza a agitarse, listo para atrevezar los mayores cambios en lo referido a la regulación de los derechos del obrero. Argentina, entonces bajo presidencia de Hipolito Yrigoyen, quien había declarado la inexistencia de clases y la equidad de todos los hombres, en derechos y responsabilidades, tenía que lidiar con huelgas a diario. El reclamo justo de los trabajadores chocaba con la ambición desmedida de la patronal.

La enorme inmigración italiana durante y tras la primera guerra mundial trajo las ideas socialistas, comunistas y anarquistas al país, fue el nacimiento de la izquierda; fue el nacimiento del terror de los defensores del status quo, gente de clase alta que se creía superior a los obreros, en todo sentido, que atestiguaba por vez primera un peligro para su heredados privilegios.

El clima de tensión llegó a su cénit en 1919, durante la Semana Trágica. Fue el bautismo de fuego de la Liga Patriotica Argentina, aunque habían participado antes en represiones (como un acto pacífico en Gualeguaychú, o un ataque a una reunión de la FORA), nunca habían tenido la posibilidad ofrecida en aquel enero, en el que, junto a la policía y el ejército, dejaron un tendal de 700 cadáveres, 1500 detenidos y un número incierto de heridos.

Se salió a matar “anarquistas, rusos, judíos y todo enemigo de la patria”. Yrigoyen dio el visto bueno al general Dellepiane, sustituto del genocida Ramón Falcón -quien fuera asesinado a sangre hirviendo por el anarquista Simón Radowitzky- como Jefe de Policía, para entregar revolveres Colt a todo aquel que quisiera colaborar con la supresión de los conflictos desatados.

La ciudad se tiñó de rojo sangre. Y al final el estado tuvo que dar a los obreros metalúrgicos lo que pedían (ocho horas de trabajo, como todo el mundo).

El jefe de la logia maligna, Carlés, aseveró el 5 de diciembre de 1921: “Este es el único país de la Tierra en que la autoridad tolera la sedición en la calle contra la nacionalidad, que disimula el desacato y que, saturada de insultos del sectarismo oye como oír llover las mayores atrocidades contra el derecho del trabajo y la moral del honor de la Patria”.

¿Pero cual es la patria de Carlés?

Este abogado defendía los intereses de empresarios de la casta Díaz Bessone y el Council Of America. Los ejemplos no son casuales.

Los Díaz Bessone estuvieron en demasiados actos turbios de la historia derechista Argentina, incluso con uno de ellos en la última dictadura, como ministro de planeamiento al servicio de Jorge Rafel Videla. El Council of America pertenece al clan Rockefeller, miembros de la Comisión Trilateral y el Club Bildelberg, los cerebros detrás del New World Order.

La Liga Patriotica Argentina era muchas cosas menos argentina.

Tuvo una importante participación en Santa Cruz durante los hechos conocidos como Patagonia Trágica (o Patagonia Rebelde). A continuación expongo la tabla de estancieros que conformaron la LPA en aquellos funestos días:

Hermanos Bitsch , alemanes | Braun, Mauricio, ruso | Braun, Sara, ruso-chilena | Cameron, Leslie, inglés | Carmack & Baden, inglés | Carreras, Luciano, español | D'Hunval, Cayetano, inglés | Dickie, Guillermo [William] inglés | Hermanos Douglas, ingleses | Fernández, Eugenio, español | Fernández, José, español | Gómez, Juan C. uruguayo | Halliday, Santiago [James] inglés | Hamilton & Saunders, ingleses | Hamman, Rodolfo, alemán | Henstuck, Carlos, alemán | Jamieson, Alejandro [Alexander] inglés | Kark & Osemburg, inglés | Lezner, Pablo, inglés | MacGeorge, George, inglés |
Ness, William, inglés | Noya, Ibon, español | Payne & Atkinson, inglés.

Lista completa en ESTE ENLACE.

Como verán, ninguno de los participantes era argentino.

Carlés en persona se dirigió a Río Gallegos con la intención de crear brigadas para asistir al ejército en la represión de los obreros. En total, fueron 298 brigadas en las áreas de Ushuaia, Río Gallegos, San Julián, Puerto Deseado, Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn. Por supuesto, había un vínculo intrínseco entre la LPA y la Sociedad Rural, ya que ambas entidades estaban integradas por los mismos individuos, es decir, la elite financiera del Far South criollo.

El resultado fue 1500 obreros muertos por los “chicos bien” de Carlés sumados al ejército comandado por el teniente coronel Hécto Benigno Varela, un militar que participó en la represión durante la Semana Trágica. La LPA recibíría medallas por su “valiente accionar en defensa de la patria”. A Varela le cantarían el for he is a jolly good fellow mientras en el prostíbulo de San Julián las prostitutas echaban a escobazos a sus hombres por ser un manojo de asesinos. Al regreso a Buenos Aires lo condecorarían, incluso. Aunque poco le durará la gloria al homicida: una mañana un hombre solo, Kurt Wilckens, un anarquista, le arrojará una bomba y le vaciará el cargador de su revolver, haciendo uso del derecho de matar al tirano.

No es casual ni la dialectica nacionalista del movimiento ni el odio visceral a los movimientos de izquierda en general y al anarquismo en particular.

La Revolución de Octubre era una experiencia muy reciente. Los dueños del capital temían una expropiación masiva en latinoamerica y la conformación de algo que no era, ni más ni menos, que el plan original de los padres fundadores de las naciones australes: una unión de estados libres del sur.

El miedo era infundado. Las condiciones sociales no estaban dadas. Aún así, cundió el pánico burgués. Y de entre todas las ideologías de izquierda que llegaron al país, el anarquismo fue elegido como enemigo principal por tres motivos centrales:

1- Los anarquistas, a diferencia de los comunistas, no tenían ninguna superpotencia que los respaldara.

2-Los anarquistas eran famosos por ser inquebrantables, no se rendían ni siquiera rodeados dentro de una comisaría.

3- Los anarquistas eran los que habían logrado más conquistas sociales.

Es por esto que Carlés explotó el concepto de patria para lograr adeptos a sus fines. Frente al “trapo rojo” (la bandera de los soviets y del sindicalismo) y al “trapo negro” (la bandera anarquista, utilizada para negrar todas las banderas) exaltó la bandera albiceleste; lo nacional frente a lo extranjerizante; el “hijo de Argentina” frente al “Hijo del Pueblo”. Para evitar el avance de las ideas de izquierda, este jurista utilizó la más simple, y efectiva, de las estrategias: dividió para conquistar.

Ellos (los extranjeros malvados) y nosotros (los buenos argentinos). Y, para ser justos, los anarquistas regalaron gran ventaja en este sentido. Desde sus diarios (La Antorcha, La Protesta, Culmine, Anarchia, etc) escupían sin asco ante todo lo que significara patria, estado, ejército, clero y policía.

De ahí las ideas de la Liga Patriotica. Dios, familia, propiedad, tradición, ideas utilizadas como mero chantaje emocional.

Pero no sólo con palabras combate el fascista.

Carlés organizó lo que la sociedad llamó “obreros buenos” (también conocidos como “carneros”), sujetos que reemplazarían a los trabajadores durante las huelgas, con la intención de evitar el cese de la producción ante los reclamos. El consejo del abogado para con estos hombres era el tan célebre “de casa al trabajo; del trabajo a casa”. Sin escalas en bares ni, mucho menos, en sindicatos.

Y en esta feria barata de divisiones, la cereza del pastel fue la oposición del hombre revolucionario a la mujer.
La mujer era quien podía influir en el hombre para que “sentara cabeza” -frase triste si las hay- y abandonara la lucha. Entre otros motivos, porque la ley de residencia (otra idea miserable de Julio Argentino Roca) se aplicaba sólo a los hombres mayores de edad. Por esto, al ponerla en práctica se echaba del territorio al hombre en un barco y se dejaba a su familia en el país, sumida en la miseria.

Y del otro lado, las damas jovenes de barrio norte, secundaban a Carlés en la formación de las obreritas. Les enseñaban “moral”, “civismo” y, dicen algunos, corte y confección*.

Hay que comprender que los conceptos utilizados por Carlés son técnicas de brainwashing. El racionalismo socialista de los libertarios se oponía por mera lógica a lo exaltado por Carlés. Analicemos.

Contra la patria, porque las fronteras son condición sine qua non para las guerras; guerras que sólo existen con motivos A) de conquista y opresión, de saqueo y ocupación | B) económicos, para la venta de armas y la gestión de recursos.

Contra el clero, porque las instituciones religiosas han sido los grandes homicidas y mayores violadores de derechos humanos de la historia; porque con la figura de sus dioses manipulan al pueblo.

Contra el ejército, porque son los portadores de la guerra.

Contra la tradición, porque la tradición ha sido siempre explotar a muchos para que unos pocos disfruten todos los privilegios imaginables; porque la tradición -como por ejemplo, el bautismo católico por parte de familias que nunca van a la iglesia- ayuda a sembrar ideas conservadoras que mantienen el status quo.

Contra el estado, porque es una organización absoluta y vertical que basa su funcionamiento en un escalafón, autoritario, donde la rueda gira sin participación del pueblo que, en teoría, representan.

Contra la policía, porque son el brazo armado del estado, sus represores, quienes defienden el capital, el salario utilizado para esclavizar a las masas.

¿Se supone que deba sentir algo al ver una bandera celesta y blanca? Si se me permite subjetividad en este punto digo que no me produce nada. Rechazo a lo sumo, porque me divide de otros a quienes les impusieron otras banderas.

El hecho es, la Liga Patriotica Argentina toma como virtudes conceptos que han sido siempre perniciosos para el hombre.

Lo terrible del asunto es que esta organización NO HA MUERTO. No se pudrió con el cadáver de Carlés, sólo salió de la vida pública.

Ahí afuera, la basura sigue acumulada. Poco visible, pero existente. Y están reclutando soldados para su causa.

La Liga Patriotica Argentina como tal es un reducto, casi una sociedad secreta, bastante hermética que hace reuniones cerradas. Les llaman “peñas nacionalistas”. El último dato que pude corroborar fue una reunión en septiembre de 2009.

Por supuesto, sus ideas han mutado. Como anarquistas quedan(mos) pocos, ahora vierten su odio hacia minorías como los bolivianos. Se les atribuyen palizas y actos vandálicos. Es necesario remarcar que buscan jovenes frustrados e inseguros, al igual que la Hermandad Aria en USA y los grupos skin neo-nazis en Alemania; se les practica el lavado de cerebro antes explicado y se los suma a sus “grupos de choque” contra los trabajadores extranjeros e incluso otras minorías, como la comunidad homosexual. La comunidad judía no está excenta.

Esto aún no ha podido ser corroborado, ya que se mueven en las sombras; sombras tan oscuras y distantes que aún no han sido alcanzadas por los medios oficiales ni los medios de contrainformación.

Es necesario, en esta instancia, también hablar sobre un pequeño grupo llamado “Juventud Fascista Argentina”. Esta organización comenzó hizo su aparición en el mundo el año pasado por medio de una página web, pronto se creó una división en la ciudad de La Plata. La página fue cerrada al poco tiempo. En teoría, el grupo central se disolvió. El de La Plata, aseguran algunos y niegan otros, continúa activo. Este es el último grupo que, además de todo lo anterior, aún se declara anticomunista y reivindica el proceso militar en Argentina, al duce, “la patria” y a un tal Dios, individuo cuya existencia no ha sido comprobada por este escritor.

El video promocional de este grupo pueden verlo en ESTE ENLACE.

El objetivo de este artículo es informar a los miembros más jovenes de la comunidad sobre el accionar de estas organizaciones, con la finalidad de darles herramientas para que saquen sus propias conclusiones y eviten que sus cerebros sean lavados, ya que los derechistas justificarán, con un millar de falacias, sus crímenes.

FUENTES:

Severino di Giovanni. El Idealista de la Violencia (Osvaldo Bayer).
Los Nacionalistas (María Inés Barbero | Fernando Devoto)
Luchas Obreras Y Represiones Sangrientas (Diego Abad de Santillán)
Pesadilla (Pedro Wald)
Revista Primera Plana (abril de 1969)
La Liga Patriotica Argentina (Mirta Moscatelli)

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