¡Si era obvio!

Benedicto XVI, cabeza de la Iglesia Católica y antiguo miembro de las Juventudes Hitlerianas, afirmó que el tercer secreto de Fátima era una referencia al gran dolor sufrido por el clero a causa de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

¿Y las víctimas qué? Ratzinger sólo ve cuanta plata perdió debido a su Crimen Solicitationis, un documento firmado e ideado por ÉL MISMO, con el cual se sella un pacto de comprado silencio para impedir que el mundo conozca sus atrocidades.

No es que pueda esperarse mucho de estos individuos, pero jamás pensé que insultarían nuestra inteligencia de tal modo.

Si la monja Lucía, una de las tres pastorcitas a las que se le apareció la virgen en Portugal, sabía, ¿por qué no dijo nada? ¿sería pederasta ella también? ¿le gustarían de corta edad? ¿nenes o nenas? Quizás se masturbaba pensando en la virgen.

Lo cierto es que, según mí hipótesis, Fátima, como Lourdes, es un engaño creado para afirmar el pensamiento mágico en las proles iletradas del mundo al mismo tiempo que se generan máquinas de merchandising ENORMES.

Hace tiempo el vulgar secreto es de conocimiento público. Pero, como suele ocurrir con estas cosas, se trata de una alegoría que puede ser interpretada de cien formas diferentes, a según las conveniencias del momento. Lo que ayer fue la caída del coloso rojo, la ya difunta Unión de Rapúblicas Socialistas Soviéticas, es hoy el ya inocultable atropello de la institución, que no sólo permite a sus miembros cometer crímenes contra los más indefensos, sino que también paga para encubrirlos; lo que ayer, donde decía látigo, debía interpretarse como paloma, hoy es pantufla; lo que ayer era una terrible profecía relacionada con el fin del mundo, es hoy un pequeño, pero costoso, escándalo.

Durante dos milenios nos han ultrajado. ¿Cuanto más?

Ya lo dijo Kropotkin, compañeros:

La única iglesia que ilumina es la que arde.

¡ODIO TODO ESTO!