Los Tres
>> martes, 31 de julio de 2012
LOS TRES
Crónica
publicada el 22 de octubre de 1999
ELLOS
Juan
Sebastián Cazarotti. Diecisiete años. Metro setenta. Aficionado
a la literatura fantástica. Fanático de la banda alemana Rammstein.
No le gustaban los deportes. Perfil bajo. Estoico. Murió de un tiro
en la frente.
Raúl
Silana. Dieciseis años. Metro setenta y cinco. Le gustaba
Marilyn Manson y los videojuegos. Jugó al fútbol hasta 1996.
Solitario. Reservado. Perfil bajo. Estoico. Está alojado en los
tribunales.
Leandro
Santoro. Dieciséis años. Metro ochenta. Poseedor de libros de
Anton Lavey y Alistair Crowley. No parecía gustarle la música.
Perfil bajo. Estoico. Fue hallado con el cuello roto.
JUNTOS
Cazarotti,
Silana y Santoro se conocieron en 1996, cuando iniciaron sus estudios
secundarios. Sus compañeros afirman que se reunieron de modo
natural. En esas aulas los cómicos forman un grupo bien definido.
Los prepotentes, las lindas, las feas, los deportistas, los
estudiosos, todos se unen, todos forman facciones. No es de extrañar
que los solitarios se acompañen al alimentar sus silencios.
Solían
ser blanco de las ocasionales burlas de los alumnos. Un defecto
físico, ropa anacrónica, un grano en el rostro, cualquier hecho,
por nimio que sea, puede disparar las agresiones de los adolescentes.
No
hablaban en clase ni se los veía hablar con nadie en los pasillos.
Respondían a las preguntas, pero no iniciaban conversaciones, según
docentes y estudiantes. Algunos creen que el mutismo era una
estrategia, un método para pasar inadvertidos. No funcionó.
No se
los vio jamás en ninguna de las pocas reuniones sociales a las que
fueron invitados. Ni en locales bailables. Ni en actividades
extracurriculares.
No hay
grandes certezas sobre ellos. Una joven cuenta que vio llorar a
Silana un día cualquiera. Un profesor dice que encontró a Santoro,
en el baño, con un cigarrillo encendido.
Una ordenanza asegura que
Cazarotti era educado y la saludaba al entrar al edificio.
Es todo
lo que sabemos sobre ellos. Sin anécdotas, sin entradas a la
comisaría, sin sospechas. Nadie podría haber imaginado lo que
tramaban.
NOS
La
sociedad ahora habla de los tres. Delincuentes. Satanistas.
Drogadictos. Se cruzan las miradas, se pactan culpabilidades: Marilyn
Manson y por extensión el rock & Roll; esos libros raros y sus
mundos de ensueños; las drogas, el alcohol, la pornografía; Lavey,
Crowley, Satanás; ellos, ustedes, nosotros no.
Preocupa
saber cuán fácil fue para tres adolescentes conseguir armas de
fuego. Pero más preocupa el no entender lo ocurrido. A falta de
fusiles, afilados los puñales.
Un
monseñor chilla, histérico, que sólo hay dos culpables: El diablo
y la democracia. Un periodista le regala la razón. Otro, se la quita
y centra su mira en la televisión, los videojuegos, las
computadoras, los bares. Una madre dolida arroja la frase lapidaria
desde la cadena nacional: fueron ellos, ellos y sólo ellos. Los
tres.
MATARON
La
mañana dejó catorce muertos: dos de los victimarios, ocho chicas,
cuatro chicos. Cazarotti, líder del trío, murió mientras intentaba
enfrentar a la policía. Silana se entregó. Santoro escapó de los
uniformados. Fue hallado cerca de la salida, con el cuello roto.
Nadie asumió responsabilidad por ese último homicidio.
Se logró
recuperar el revolver, la pistola y las escopetas utilizadas durante
la masacre.
Mientras
tanto, en la ciudad de luto, doce familias destruidas claman por la
sangre de otras tres.
A
TODOS
Mañana
por la tarde Daniel Santoro dará una conferencia de prensa en el
centro comunitario 156 de esta ciudad. Su objetivo es, por un lado,
exponer su punto de vista sobre los hechos y, por el otro, invitar a
un diálogo pacífico entre las partes afectadas.
La cita
es a las 18 horas.
NOTA: Este texto forma parte de una serie de relatos breves. El primero participa en concurso y no podrá ser publicado hasta la divulgación del fallo, por lo que pido disculpas a mis fieles lectores. Sigan los enlaces en cada entrada. En especial si vos, que lees esto ahora, sos jurado de cierto concurso.
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